Iztapalapa significa “sobre las lajas del agua”. La mitad norte de su territorio ocupa lo que fue el antiguo lago de Texcoco y la mitad sur forma parte de una península que separaba las aguas saladas del lago de las aguas dulces de Xochimilco-Chalco.
Donde antes fluían canales y crecían chinampas, donde florecieron los míticos jardines de Cuitláhuac –señor de Iztapalapa, hermano de Moctezuma y jefe del ejército mexica que derrotó a los españoles en la batalla de la Noche Victoriosa–, y los mexicas celebraban la ceremonia del Fuego Nuevo, hoy coexisten las realidades de una de las 16 delegaciones más pobladas del Distrito Federal con el arraigo de costumbres y tradiciones que no han cambiado a través de los siglos.
Para más de 1,700 millones de católicos en todo el orbe, la Semana Santa es el periodo más sagrado del catolicismo pues conmemora las grandes acciones y sacrificios de Dios para redimir a la humanidad, y recuerda la pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
En México la Semana Santa está indisolublemente asociada a Iztapalapa, ubicada al Oriente de la Ciudad de México. Ahí se lleva a cabo la que hoy es una de las manifestaciones escénicas y religiosas más importantes del mundo, no solo por la cantidad de actores que intervienen en la representación de la Pasión de Cristo –más de cuatro mil contando a los extras– sino por la afluencia de público que acude a presenciarla: cerca de dos millones de personas.
A partir del domingo de Ramos y hasta el sábado de Gloria en Iztapalapa se hace un paréntesis en el tiempo. Las calles, por lo general sumidas en el ajetreo de una metrópolis de dimensiones vertiginosas, se transforman en las calles de la bíblica Jerusalén, tal y como era hace dos mil años. El Cerro de la Estrella deja de serlo y, por obra de la fe, se convierte en el Gólgota, escenario de la crucifixión de Jesús.
Los “días de guardar”, de misticismo y penitencia de la Semana Santa, en Iztapalapa se mezclan con la devoción de una fe que durante más de 160 años ha unido a los habitantes de los Ocho Barrios: La Asunción, San Ignacio, San Pablo, San Miguel, Santa Bárbara, San Lucas, San Pedro y San José, donde provienen los protagonistas de esta celebración religiosa que constituye un patrimonio de enorme riqueza cultural.
Texto: Delegación Iztapalapa