26 enero 2010

IZTACCÍHUATL Y POPOCATÉPETL

Tonatiuh, el Dios Sol, vive con su familia en el cielo 13 en el que no se conoce la oscuridad ni la angustia. El hijo de Tonatiuh era el príncipe Izcozauhqui a quien le encantaban los jardines. Un día el príncipe oyó hablar de los vergeles del señor Tonacatecuhtli. Curioso fue a conocerlos. Las plantas parecían más verdes y los prados frescos y cubiertos de rocío.

Al descubrir una laguna resplandeciente se acercó con presteza y al hacerlo, se encontró con una mujer que salía de las aguas ataviada con vestidos de plata. Se enamoraron de inmediato ante el beneplácito de los dioses. Pasaban el tiempo juntos, recorrían un cielo y otro. Pero los dioses les prohibieron ir más allá de los 13 cielos.

Los enamorados conocían el firmamento. La curiosidad por saber qué había bajo de él hizo que descendieran a conocer la tierra. Allí la vida es diferente. El sol no brilla todo el tiempo, descansa por las noches. Hay más colores, texturas, sonidos y animales que en todos los cielos recorridos.

Los príncipes, al descubrir que la tierra es más hermosa que los paraísos celestiales decidieron quedarse a vivir en ella para siempre. El lugar escogido para su morada estaba cerca de un lago, al lado de valles y montañas.

Los Dioses, furiosos por la desobediencia de la pareja, decidieron un castigo. La princesa enfermó repentinamente, fueron vanos los esfuerzos de Izcozauhqui por aliviarla. La mujer supo que esa era la sanción de los Dioses, Tonatiuh se lo hizo saber con sus abrasadores rayos. A ella no le permitirían vivir.

Separándolos, con su muerte, para siempre. Se lo dijo al príncipe, le pidió que la llevara a una montaña con el fin de estar junto a las nubes, para que, cuando él regresara con su padre, pudiera verla más cerca desde el cielo. Fueron sus últimas palabras, después se quedó quieta y blanca como la nieve.

El príncipe con su preciosa carga a cuestas caminó días y noches hasta llegar a la cima de la montaña. Encendió una antorcha cerca de ella, la veló, como si la princesa durmiera.

Izcozauhqui se quedó junto a ella, sin moverse, hasta morir. Ella se convirtió en la mujer dormida (Iztaccíhuatl) y él en el cerro que humea (Popocatépetl). Símbolo del amor que desafió a los Dioses por cariño a la tierra, cuidan para siempre el Valle de México.



25 enero 2010

Perspectivas Nómadas


Cumpliendo con los pendientes del año pasado, expusimos los trabajos del antes Taller y ahora Colectivo en un café ubicado en el místico, mágico y aterradoramente increible Centro Histórico.

Gracias a la raza que asistió física y celularmente (a travéz del celular pues), y por sus comentarios y observaciones.


22 enero 2010

Fraternité

Et un chavito.

La différence a été la quantité d'encre dans le tóner pour l'impression de la couleur de peau.

P.D. Que bonne festivité!!!

18 enero 2010

5 ligas

Internet dice que fue en Francia (entre los siglos quince y dieciséis), donde al parecer nació la costumbre de que los invitados quitaran una liga a la novia, después de que algún adivinador de futuro manifestara que esto traía mucha suerte. La novia era perseguida por los invitados, sobre todo por los más jóvenes, hasta que le arrebataban la mencionada prenda.


Luego, la costumbre cambió y fue la novia la que lanzara la liga, para evitarse así más de un apretón no deseado.

Bueno, creo que esta costumbre fue cambiando, pues actualmente es el novio quien (con habilidad indescriptible), despoja a la novia de la liga para después lanzarla al tumulto de "solteros".

A la fecha ya llevo 5 ligas y hasta una corbata (misma que lanza el novio después de la liga). Si no me han casado, al menos me estoy conviertiendo en un caza ligas jajaja.

05 enero 2010

Rock Band Alter Ego

Por el momento existe una tregua con los mundos de vampiros, sombies, extraterrestres, monstruos, súper héroes, antihéroes y demás personajes de videojuegos.

Damos paso a la música. Y como diría uno de los tantos filósofos de la Gran Tenochtitlán: ¡¡¡Y que viva el rocanroooooooolll!!!


01 enero 2010

2010

"Tal vez todos los dragones de nuestra vida sean sólo princesas que únicamente esperan vernos un día hermosos y atrevidos".
Rainer María Rilke